El compostaje ayuda a reducir el desperdicio alimentario transformando los restos de la cocina en un rico abono para el jardín: la piel de frutas y verduras, los posos de café, las bolsitas de té, las cáscaras de huevo y las hierbas aromáticas se pueden usar fácilmente para ello. Los frutos secos y las semillas, al ser más duros, tardan más en descomponerse y para facilitar el proceso deben triturarse; y es mejor evitar la carne, el pescado y los lácteos, ya que pueden atraer plagas. Consulta a los servicios de residuos orgánicos de tu localidad para obtener consejos más específicos.